Mostrando entradas con la etiqueta españalandia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta españalandia. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de octubre de 2008

En una clase de primaria



- (toda la clase) ¡Holaaaaaa!
- Ahora Florient se va a subir encima de la mesa y nos va a cantar una canción de su pueblo. Venga Florient, súbete a la mesa. ¡Sube!
- Señorita, ¿por qué es negro?
- Pues porque sus padres y toda su familia lo son.
- ¿Y por qué lo son también?
- Sube, Florient. No te dé vergüenza. Pues porque del lugar de donde Florient procede, todos son negros. Pero no es nada malo. Hay que comprenderlo, ¿vale?
- ¿Nos vamos a poner negros nosotros también, señorita?
- No digas eso Alba. Aquí nadie se va a poner negro. Él será el único negro y por eso le tenemos que aceptar como si fuera uno más.
- ¿Por qué no se sube a la mesa, señorita? ¿Es malo?
- Venga Florient, sube que podamos verte todos. Que te quieren conocer tus nuevos compañeros.
- Y… y… y… Se… se… señorita, ¿por qué no habla?
- Todavía tiene que aprender nuestro idioma, pero le ayudaremos. Con palabras rápidas y cortas, ¿vale? Sube, Florient, vamos pequeño. Sube a la mesa. Sube.
- ¿Es un “migrante”?
- Se dice inmigrante. Recuérdalo bien. Sí, Florient es un inmigrante de segunda generación.
- ¿Qué es eso?
- Pues que ha nacido aquí, pero sus padres son de fuera.
- ¿Y si ha nacido aquí, por qué es negro todavía?
- Sube Florient. Sube, va. Déjanos que te veamos bien para empezar a tolerarte.

lunes, 13 de octubre de 2008

Barcelona, miércoles, 11:50 a.m., primavera ventosa. (Españalandia)



- ¡¿Pero hombre, qué está haciendo?!

- Multarle.

- ¡¿Por qué?!

- ¿Es que no lo ve usted? Fíjese cómo ha aparcado.

- ¿Cómo he aparcado?

- Sí, sí.

- No, le pregunto sorprendido que ¿cómo he aparcado?

- Pues torcido.

- ¿Torcido?

- Sí, y además la mitad del coche está más cerca del bordillo que la otra.

- Pero bueno, unos centímetros…

- Ay, unos centímetros, unos centímetros…

- Pero si es zona azul. ¿Qué digo? Verde, es zona verde. ¡Que me ha costado un pastón!

- Tampoco se altere, amigo.

- ¿Cómo que no me altere?

- Es que está usted delante justo de “La Pedrera”.

- Bueno, pero se podía aparcar, ¿o no?

- Claro, pero aparque usted bien. Recto, en paralelo perfecto al resto de coches y en perpendicular a la acera. El culo de su coche y la fachada de “La Pedrera” tienen que ser dos líneas imaginarias que se crucen en el infinito.

- ¿Y eso?

- No querrá dar una mala imagen de Barcelona, ¿no? Piense usted en los turistas.

- Ah, claro… No había caído… Los turistas…