sábado, 12 de enero de 2008

Ha muerto un Ángel




Odio las casualidades que tienen como resultado la pérdida de algo o de alguien. Anoche, antes de abandonar mi asiento en el escritorio y de haber revisado algún poema de Ángel González en una páginas de poesía, me quedé dormido y al volver a incorporarme para apagar mi ordenador -debían de ser la una y media o así- aún me dio tiempo a releer algún poema para desearme buenas noches. Esta noche murió Ángel González y no sé si, en el trance de su viaje, el aliento de las miles de personas que hemos recitado en voz alta alguna vez sus versos, le acompañó o le acompañarán por siempre. Solo deseo desde la humildad de mi blog poner mi granito de arena a la memoria de un poeta con mayúsculas y recitar en voz baja el poema con el que abría la puerta a las letras españolas.


Para que yo me llame Ángel González
Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado,
el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...
Ángel González

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola compañero.
He llegado a ti cotilleando la página de cronopios.
Y, es curioso, justo la misma noche me dormí con una antología de Ángel González en el regazo.
Aúnque supongo que nos hemos cruzado en ocasiones, somos dos piltrafas desconocidos.

(No me encuentres aunque esté.)

Quime.